Hay situaciones en la vida que son irreversibles, momentos que llegan a la mente para quedarse y que son difíciles de dejarlos ir, recuerdos claros de épocas que jamás volverán pero que están impregnadas en nuestra alma. Aferrándonos a las sensaciones inciertas que nos depara la vida, pensamos que las imágenes reales que son como fantasmas del ayer, no volverán.
Lo sucedido y lo que va a suceder no están, solo tenemos esta visión del hoy; complicado el humano que sabiendo alejarse del sufrimiento interno de la mente, llega a tocarlo y guardarlo para moldear su lado obscuro del presente.
Aprendiendo a disimular hemos llegado a “perfeccionar” nuestra vida; no sabemos nada, ni un grano de arena, intuimos capítulos llenos de sabiduría, pero al darnos cuenta de nuestra ignorancia caemos al vacio de lo mundano.
Nos cubrimos con capas materiales en un mundo que cada segundo desvaría mas, seguimos religiones o lideres que no saben lo que hacen, hablamos del bien y llevamos en nuestras venas el mal.
Trascender y despojar de la armadura medieval puede ser una salida al abismo que hemos llegado. La felicidad nos topa a la puerta y la dejamos entrar, pero no tomamos su sano consejo, solo es una conocida, nada mas.
Erick
